La tranquilidad del lugar se conjuga con ofertas recreativas para los m獺s chicos; la gastronom穩a y los hoteles de primer nivel marcan la diferencia en este santuario del bienestar
Basta avanzar unas cuadras por Collins Avenue, despu矇s de la 96, para que todo cambie. El ruido disminuye, el tr獺nsito se vuelve m獺s pausado y los edificios dejan de competir por altura. No hay bocinas, carteles estridentes, ni gente apurada. Bal Harbour se empieza a revelar en los detalles: construcciones m獺s bajas, m獺s espacio, menos gente y m獺s privacidad. Otra din獺mica.En la entrada de un hotel, una familia argentina sube al auto que el valet acaba de estacionar frente a la puerta. Los chicos, con una tablet en la mano, se acomodan en el asiento trasero. Escenas como esta, antes poco frecuentes, se repiten cada vez m獺s. El perfil de visitantes cambi籀: ahora llegan m獺s familias, muchas de ellas argentinas, se簽alan en los hoteles m獺s reconocidos. Desde el municipio tambi矇n identifican el fen籀meno: Bal Harbour dej籀 de ser un refugio exclusivo para adultos mayores en busca de silencio y atrae tambi矇n a un turismo m獺s joven, familiar y exigente. Es notorio c籀mo se modific籀 el p繳blico que nos visita: parejas, j籀venes y familias que buscan m獺s que un simple destino de playa. Buscan un lugar donde relajarse, lejos del ruido, dice Ramiro Inguanzo, assistant village manager del distrito de Bal Harbour.Atenci籀n de primer nivel y propuestas a medidaEn este distrito de Miami, la atenci籀n se siente en cada detalle: una copa servida al llegar, una toalla fr穩a ofrecida sin pedirla, el equipaje que desaparece y reaparece en la habitaci籀n. En la playa, las reposeras est獺n bien separadas y las sombrillas parecen colocadas con escuadra. No hay parlantes ni vendedores.Una pareja de j籀venes camina descalza, sin apuro. Ninguno mira a su alrededor y nadie los mira a ellos. La exclusividad y el relax resultan una combinaci籀n ideal para el nuevo p繳blico, que no demanda solo lujo en el sentido cl獺sico, sino una experiencia completa: privacidad, bienestar, gastronom穩a de primer nivel y arte en un mismo lugar.El nuevo perfil se evidencia en la din獺mica de los hoteles. Son las 4 de la tarde y en el lobby del St. Regis Bal Harbour, cuatro ni簽os esperan en fila frente a un carrito de helados artesanales, una de las cortes穩as diarias del resort. La incorporaci籀n no desentona con la elegancia de este imponente hotel.Recibimos cada vez m獺s familias multigeneracionales de todo el mundo, destaca Beatriz Lobaton, directora de ventas de turismo de lujo del St. Regis, quien remarca: Bal Harbour es reconocida como una de las zonas m獺s exclusivas y, al mismo tiempo, m獺s orientadas a las familias en Miami, ya que ofrece un entorno tranquilo y seguro para todas las edades.La tendencia, explica Lobaton, se refleja en la gran demanda de suites de varios dormitorios y en la convocatoria que tienen las actividades para chicos como talleres de arte con arena de colores. Un mini zool籀gico con ponis y animales de granja, clases guiadas de dibujo y un sendero frente a la playa para andar en bicicleta forman parte de la escenograf穩a. Durante las Fiestas, se suman experiencias como armar casas de jengibre o practicar yoga con Papa Noel. Lobaton se簽ala que las suites incluyen un servicio de mayordomo, que acompa簽a al hu矇sped durante toda la estad穩a, desde desempacar el equipaje hasta el asesoramiento para organizar actividades adaptadas a cada familia.La gastronom穩a de primer nivel no solo se mantiene sino que crece. Entre las nuevos espacios del resort que menciona Lobaton, se destacan la apertura de BH Steakhouse, que apunta a un concepto innovador de sus platos cl獺sicos, y la renovaci籀n de La Gourmandise, un restaurante con deslumbrantes ventanales al mar. Todo lo que ofrece este destino tur穩stico es tambi矇n lo que demandan los argentinos. Vimos crecer bastante el p繳blico argentino, sobre todo entre mayo y septiembre, una 矇poca en la que antes no ven穩an tanto, explica Tomas Duggan, gerente de ventas del Ritz-Carlton Bal Harbour. Describe que llegan m獺s parejas que superan los 40 a簽os y familias que ya conocen Miami, pero que buscan un lugar c矇ntrico, con lujo y privacidad. Laia Climent, directora de marketing del hotel, define a Bal Harbour como un santuario de bienestar. Y agrega: Es una milla cuadrada con la mayor concentraci籀n de lujo. Los hu矇spedes tienen garantizada una privacidad 繳nica. Al hotel se llega tras subir una pendiente y solo hay dos habitaciones por piso. Si el plan contempla tambi矇n salir a eventos concurridos, resulta ideal por su cercan穩a al Hard Rock Stadium, que atrae a equipos deportivos y artistas.Los hoteles cuentan con gimnasios que ofrecen programas regulares de entrenamiento y dos de los spa m獺s reconocidos: The Spa at St. Regis y Spa Exhale, dentro del Ritz-Carlton. Ambos convocan no solo a hu矇spedes, sino tambi矇n a visitantes de otros lugares de Miami que buscan clases puntuales, masajes o tratamientos de relajaci籀n.El giro se percibe no solo en los hoteles, sino tambi矇n en las calles. El a簽o pasado, abri籀 el Waterfront Park, el primer parque p繳blico del distrito, ideal para un paseo en familia. Una de sus atracciones m獺s llamativas es el 獺rea de juegos dise簽ada por la firma danesa Monstrum, que recrea el ciclo de vida de la garza de Florida. El recorrido comienza en un espacio cubierto con nidos y huevos pensado para los m獺s chicos y contin繳a en el exterior con juegos que acompa簽an el crecimiento del ave y de los propios ni簽os. Tambi矇n hay un sector de agua con tem獺tica marina, un muelle con rampa para kayaks y un espacio para adolescentes con ping pong y videojuegos.La transformaci籀n que vive Bal Harbour acompa簽a los 80 a簽os que el distrito celebrar獺 en 2026. En este contexto, una de las obras centrales es el relleno y la ampliaci籀n de la playa: se mover獺n 225.225 metros c繳bicos de arena -m獺s de 11.000 viajes de cami籀n batea- para triplicar la superficie actual. No es solo est矇tico: es tambi矇n protecci籀n costera, seguridad y planificaci籀n a largo plazo, explica Inguanzo. Est獺 prevista adem獺s la construcci籀n del Harbourfront Park Village, un parque lineal frente al mar que integrar獺 el hist籀rico espig籀n con 獺reas verdes, senderos y miradores. La obra, que comenzar獺 a fines de 2025 y concluir獺 en 2027, tendr獺 un fuerte componente ambiental: se elevar獺 el terreno por el eventual aumento del nivel del mar y se incorporar獺 una l穩nea de costa viva que funcionar獺 como h獺bitat para corales y vida marina. Es un plan en el que llevamos trabajando cinco a簽os, agrega Inguanzo. Seg繳n detalla, la primera fase se centrar獺 en la sustituci籀n del muro de contenci籀n desde el puente Haulover hasta la zona compactada de la playa. Tambi矇n est獺 contemplada la reconstrucci籀n del pavimento para conservar el acceso en caso de incendios.Marcas de lujo y manjaresLas atracciones de siempre, por otra parte, no pierden vigencia. Un d穩a de paseo en Bal Harbour Shops es parte de la experiencia del lugar. Chanel, Gucci, Prada, Saint Laurent, Oscar de la Renta, Balmain, Versace y Fendi son algunas de las tiendas de lujo que despliegan glamour.Entre pasillos al aire libre y vegetaci籀n tropical, las marcas m獺s elegantes conviven con selectos restaurantes en este paseo. All穩, cada mesa cuenta su propia historia: en Makoto, los nigiris son presentados en platos negros como peque簽as obras de arte; en Hillstone, las carnes hacen la diferencia, y en Carpaccio, los comensales degustan carpaccio de at繳n y salm籀n, pizzas italianas o ensaladas especiales. En Avenue 31 Caf矇, las infusiones se sirven con pistacho o chocolate y se acompa簽an con croissants, tortas y otros manjares.Una de las caracter穩sticas de estas playas es que son elegidas los 365 d穩as del a簽o por su clima tropical. El turismo nunca cesa.En este distrito residen unas 4000 personas, pero en invierno la poblaci籀n casi se duplica y llega a 7500 habitantes. Mucha gente que vive en otras partes del mundo viene para disfrutar del invierno, apunta Inguanzo.Los vuelos aterrizan sin pausa en Miami y, entre todos sus rincones de ensue簽o, Bal Harbour es el elegido por aquellos que planean una estad穩a cinco estrellas. Muchos llegan de Nueva York, aunque cada vez m獺s se mudan aqu穩 por los problemas que tienen all獺. Y no solo norteamericanos: tenemos residentes de todas partes, agrega.Si bien los hoteles siguen cautivando al turismo internacional, las opciones de alojamiento se ampl穩an. Juli獺n Velardi, gerente de Beach Haus Residences, alquila a familias argentinas, a muchas, desde hace generaciones. A diferencia de otros p繳blicos que vienen por menos tiempo, el argentino se instala, recorre y vuelve. Les gusta la playa impecable, el centro comercial a mano y la calma de un rinc籀n donde todos se conocen, describe.Los departamentos que ofrece, con cocina y sala de estar, se ubican a pasos de la playa y de Bal Harbour Shops. En las ma簽anas, es habitual ver a los hu矇spedes caminando hacia el parador sobre la arena, con sombrillas y reposeras listas. Se sienten como en casa, pero con los servicios de un lugar exclusivo, resume Velardi. Los amantes de este estilo de descanso que adem獺s valoran las propuestas culturales encuentran una s穩ntesis perfecta en Bal Harbour. El programa Unscripted incluye visitas a espacios de arte, charlas y recorridos privados. Se trata de una tarjeta que permite el acceso gratuito a 15 museos de la ciudad de Miami. Algunos son el P矇rez Art Museum Miami (PAMM), el Bass Museum of Art, el Institute of Contemporary Art (ICA), el Wolfsonian-FIU, el Rubell Museum y el Museum of Contemporary Art (MOCA). La transformaci籀n de Bal Harbour se consolida. Conserva sus encantos tradicionales, pero se reconvierte con una nueva impronta que lo vuelve atractivo para familias y visitantes m獺s j籀venes. Nadie se queda afuera de las experiencias a las que invita este oasis.
» Fuente: La Nación
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